Contuviste tus hormonas con precisión, fuiste fuerte. En especial, fue fuerte el puñetazo dirigido a tu tripa, así que, muy dolorida te sentaste en la mesa y con frustración esperaste a que éste pusiera la bandeja delante de ti.
Más se amplió tu gesto de tortura al ver la comida que te había hecho. Era tan asquerosa que ni la podías ver, estaba pixelada.
“Que horror” pensaste sacando la lengua de la angustia. Te llegaba el olor de aquella comida especial, y con el estómago así de frágil que te habías dejado te entraban más ganas de vomitar. Te agachaste bajando la cabeza por debajo de la mesa e hinchaste los mofletes con intención de soltar la comida que habías tragado hacia unas horas.
- ¿Estás bien? ¿te encuentras bien? ¿Pasa algo con mi comida?-preguntó entonces Inglaterra acercándose a ti y apoyando con suavidad sus manos en tus hombros.
Alzaste la mirada para encontrarla con la suya, llena de preocupación y con el ceño ligeramente fruncido.
- No, no es tu comida.-quisiste negar enseguida. Sabías como era Arthur de sensible con ese tema.-Es que… Me acabo de golpear el estómago y me siento mal.
Fuiste sincera, y él lo notó. Tus palabras parecieron llegarle al corazón, pues más preocupado te comentó:
- Anda, túmbate en este sillón y te traeré medicina.
Te llevó hacia él con cuidado. Lo impresionante fue cuando te cogió de la cintura y arrimó su cuerpo al tuyo. Dejaste de sentir el dolor, pero eso no se lo dijiste. Demasiado ocupada con la cabeza en las nubes sintiendo la piel del chico rozar tu ropa.
Te tumbó y una vez hecho, confesaste:
- Una buena medicina sería que me abrazaras.
En otra ocasión no lo habrías dicho, ¿pero es qué acaso volverías a vivir algo parecido? Inglaterra te miró con ojos bien abiertos y de nuevo sonrojado, gruñó:
- ¡¿Q-qué dices, loca?!- te bramó alertado.
Y tuvo intención de alejarse de ti, pero tú sin siquiera levantarte, alzando sólo el brazo, le cogiste del delantal y lo tiraste hacia ti. El cuerpo de Arthur cayó encima tuya, con los nudos del delantal deshechos por el estirón. Aquella prenda ya no tapaba nada, tu sonrisa maliciosa se amplió al ver la situación.
- ¡B-BAKA!-gritó el inglés separándose de ti con los brazos y evitándote la mirada. Estaba tan nervioso que hasta temblaba.-¿Qué haces? ¡me has desnudado!
Sus manos temblorosas intentaron atarse de nuevo el delantal, pero tú no le dejaste. Ahora era tu oportunidad. Le cogiste de la muñeca con tu mano, le obligaste a acercar su rostro al tuyo y…
- Le besaste sin miramiento. Deseando aquellos labios como nadie lo había hecho.
- Le susurraste en el oído que le querías y lo mucho que deseabas que su cuerpo fuera tuyo aunque fuera una sola vez.
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