lunes, 4 de enero de 2010

Juego Hetalia NO MIRAR, IR A JUEGOS Y LEER DESDE EL PRINCIPIO

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El ruso empezó a atarte los tobillos y luego las muñecas. Comenzó a tararear una canción desconocida para ti mientras lo hacía, estaba tan tranquilo que quien diría que iba a hacer una “operación”. El ritmo de la canción era alegre, ocasionando que la situación pareciera más macabra.

Confiabas en él y quizá le molestaría que le preguntaras, pero te fue inevitable soltarlo:

- Ivan, ¿Me harás daño?

Éste abrió su boca en forma de “o” y dejó de atarte para quedarse mirándote. Como estaba atándote una de las muñecas, tan sólo tuvo que alargar la mano para acariciarte el cabello. Agradeciste mucho aquel tacto, te hizo sentir mejor y tranquilizarte un poco, sin embargo lo que te contestó enseguida eliminó esa paz de tu interior:

- Quizá un poco.

Y tras responder continuó tarareando, terminando de atarte la muñeca tan fuerte como para no poder escapar ni aunque usaras toda la energía de tu cuerpo.

Ya daba igual el arrepentimiento, Ivan te tenía atada y la oportunidad de escapar ya no estaba. Era realmente mono con aquella inocencia que propagaba, como el niño travieso que hacía cosas malas y no le regañaban por su cara bonita. Además, estabas atada ante él, ¿Qué mujer no desearía algo así siendo Ivan el doctor? Sin embargo, tampoco querías morir allí. ¿O en verdad sí? Quizá te habías dejado atar porque querías dar tu vida a Ivan.

Ivan soltó su típica risita dulce, tapando los labios con un puño.

- ¿No te está divirtiendo esto?-te preguntó como si fuera un juego.

Estabais jugando. Así era; tan sólo era un juego y simplemente Ivan hacía muy bien su papel. Oprimiendo los labios asentiste forzosamente con la cabeza.

- ¡ay, cuánto me alegro!-te respondió de verdad muy contento.

Sus manos se deslizaron hacia tu pecho y comenzaron a desabrocharte el vestido que tenías. Aquel vestido tan bonito y caro que te habías puesto para la ocasión. Te quedaste muda al ver que sin ningún miramiento tenía intención de desnudarte.

- ¡Ivan! ¡Espera! ¿¡me vas a desnudar?!

Su boca volvió a hacer una “o” de sorpresa. Parpadearon aquellos ojos claros ante la luz por varios segundos, confusos. Dejó de desvestirte.

- Claro, para operarte necesito que te desnudes.-te contestó de forma comprensiva, ladeando la cabeza levemente hacia un lado y palmeando la tubería de su mano.

Habían cuatro grandes focos en frente tuya iluminándote por completo y estaba Ivan allí, observándote con ganas de continuar. No sabías como interpretar aquella proposición. Si de verdad era un juego, ¿se trataba de un juego sádico e iba a destriparte de verdad? o ¿era un juego de toqueteo en el que él inocentemente sólo iba a fingir que te operaba?

Conocías a Ivan, y perfectamente podría ser capaz de hacer lo primero sin ningún tipo de obstáculo que se lo impidiera. ¿Pero si acaso era lo segundo? Sería perderte la oportunidad de oro.

Abriste la boca y te petrificaste por completo cuando éste dejó aparecer su mano de por debajo de la mesa aferrando con seguridad un cuchillo de operación.

- I-I-Ivan.- tartamudeaste. Habías pronunciado tanto la “I” que sonaste ridícula.

Bien, no había escapatoria pero siempre tenías la opción de suplicar y llorar. Quizá así a Ivan le dabas pena. No te veías muy capacitada para hablar, por el gran nudo de tu garganta, sin embargo cogiste aire y conseguiste decir:

- Por favor, Ivan. No me mates, te lo suplico.

- Por lo que más quieras, lo que vayas a hacerme hazlo con cuidado.

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